sábado, 14 de agosto de 2010

Extrañándote

Las olas rompientes, las frágiles gaviotas y sus vuelos rasantes sobre las barcazas de los pescadores; tu recuerdo aferrado a mi nostalgia y esa botella oscura asomando en la arena; mi ingenuidad quiso volverla mágica entre mis manos. Mi angustia murmuró al mar tu nombre, con furiosa impotencia, con bronca, casi como una maldición al destino que te alejó.

Te apareciste, como un holograma de amor, como la sublimidad de una ninfa y mi sorpresa exclamó:
- ¡Amor! ¡Pide un deseo, seré el artista que talle tu felicidad por la eternidad del tiempo!

Tres siglos han pasado desde que la lámpara fue arrojada al abismo del mar, el mismo tiempo que yo permanezco dentro de ella -como fue tu deseo- sin ver la luz, sin saber si eres feliz, pero más me preocupa es saber que fue de mi gato colgado del perchero ¿Me extrañará tanto como yo a él?

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