Montado en olas, siguiendo mis instintos; corro el mar de tu cuerpo con rumbo descendiente. Norte a sur, surco la cuenca dorsal de tus relieves; en suave caída, atravieso el estrecho que antecede a la bahía donde se agota tu columna; la última resistencia antes del deseado encuentro.
Allí acordamos las condiciones de acabar con el pacto de no invasión de territorio prohibido.
Por primera vez hicimos el amor contra naturam.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
EL DESEO NO CONOCE LÍMITES, UNA VEZ QUE LLEGÓ, SOLO SIGUE DERRAMANDO PASIÓN BUSCANDO ABREVAR DESESPERADO. NO TIENE LEYES, NO TIENE DOGMAS...
ResponderEliminarABRAZOS AMIGO MIO
Algunas veces se detiene al borde del abismo; sólo algunas veces.
ResponderEliminarGracias abuela por tus palabras.
Un abrazo.